Caerse bien
Convicciones, sentimientos, gustos,
aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunos de las
cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien.
Sentirse a gusto con una persona, conversar
y compartir sentimientos es el principio de eso que llamamos amistad.
Algo en Común
Para que la amistad sea verdadera, debe
existir algo en común y, sobre todo, estabilidad. El interés común puede ser
una misma profesión, una misma carrera, un pasatiempo en común, y la misma vida
nos va dando amigos. Dice el refrán Aficiones y caminos hacen amigos.
La amistad es un cariño, un apreciarse que
promueve un dar, un darse y para ello es necesario encontrarse y conversar.
Después, con el tiempo, la amistad puede
desarrollarse en profundad y en extensión mediante el trato, el conocimiento y
el afecto mutuos.
La amistad no puede desarrollarse sin
estabilidad. Por eso cuando dejamos de ver durante muchos años a nuestros
amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen personas totalmente diferentes, o
simplemente no se pasa de un diálogo superficial que deja un mal sabor de boca.
La amistad es algo que requiere estabilidad en el trato.
Conocer bien al amigo es saber de su
historia pasada, de sus quehaceres actuales y de sus planes futuros; y del
sentido que da a su vida, de sus convicciones; y de sus gustos y aficiones, y
de sus defectos y virtudes. Es saber de su vida, de su forma de ser, de
comprenderse; es... comprenderle.
Comprender al amigo es meterse en su piel y
hacerse cargo.
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